El lector sabe bien que no soy de hoteles, quizás limitaciones de mi infancia que donde haya una simple cama limpia (y cada vez necesito más un colchón decente) me vale.
Por nuestro aniversario, unos amigos nos regalaron dos noches de estancia en este este hotel. Puedo decir que he estado en hoteles buenos (por que no me gusta lo cutre) y muy buenos (algunas veces se encuentran muy buenas ofertas) pero este, es especial.
Es un complejo de un antiguo monasterio, comprado por capital privado, apoyado por una caja de ahorros y que ha invertido un montón de pasta en montar eso que ahora son hoteles-spa-bodegas-tienda y lo que se te ocurra pensar, pero eso no es malo, esta genial.
Cuando llegas la parking y una chica sale a recibirte para acompañarte al “welcome home” una casa auxiliar donde te dan ala bienvenida, te hacen la copia del dni y llaman a un chico para que te lleve la maleta en un pis-pas.
Nos lleva a la habitación, la numero 4, llamada San Antonio de Florencia. La habitación es impresionante, dos camas de matrimonio en una habitación que no tendrá menos de 20 m2. La terraza sobre el rio, una terraza inmensa, con mesita, dos tumbonas, el baño impresionante, así como detalles de altavoces para ipod/iphone, television LCD de 40”, una botella de vino de regalo y una vinoteca llena de vino .
Ducha un poco de descanso y a las siete cata. Muy bien organizada, la chica muy buena comunicadora, controlando al grupo en cada momento y gestionándolo a su conveniencia. Cata muy profesional y educativa, no solo avasallar a los participantes con detalles si no intentando ayudar a descubrir esos detalle y el mundo del vino.
El desayuno magnifico, un buffet que sorprende no tanto por la variedad que lo forma si no por la calidad de los materiales: tortilla hecha como siempre con patatas y huevos, embutidos ibéricos, revueltos hechos en el acto y elegidos sobre una carta, buena variedad de panes, aceite de primera, etc
Un lugar estupendo …no será fácil volver ya que mi economía no permite este tipo de lujos pero espero que algún día se repita la ocasión de repetirlo. Desde esta diminuta tribuna aquellos que participaron en el regalo: muchas gracias!.