Nota Importante: No confundir turnos con horario escalonado de llegada. Hay muchos sitios que no tienen turnos, pero sí horarios disponibles de reserva, precisamente para lo contrario a lo que ofrece un turno: darte un buen servicio.
Ah, los turnos en la hostelería… Esa maravillosa invención que nos hace sentir en los restaurantes como un pasajero de Ryanair. Porque, seamos sinceros, ¿a quién le gusta estar comiendo mientras mira el reloj para ver si le da tiempo a acabar el plato o pedir el café?
Los turnos son algo que se ha hecho por y para el beneficio de los empresarios de hostelería, que va en contra de sus clientes y hasta me permitiría aventurar que tampoco beneficia al personal de dichos locales. Vamos por partes.
La historia
Es justo reconocer que los turnos en restauración han existido desde siempre, aunque su uso era escaso y estaba más bien dirigido hacia restaurantes de comida y precio popular, mucho más que a los de gama media/alta. Se consideraba que ir a comer a un restaurante es mucho más que llenar de comida la tripa y que ese acto social requería de su tiempo.
Pero llegó la pandemia, los restaurantes tuvieron que poner aforos limitados y garantizar la separación entre mesas, por lo que los turnos y la tecnología que los permite fueron puestos en funcionamiento por todos los restaurantes. En aquellos momentos nos vendían: “Lo estamos pasando fatal, peleamos para mantener los precios y, por tanto, es necesario que seáis generosos y aceptéis los turnos. No podemos sobrevivir con los locales al 50%”. Y aceptamos los turnos…
Pero acabó la pandemia, los locales se volvieron a llenar al cien por cien o incluso más porque muchas barras nunca volvieron a ver la luz. Los precios han subido como si los hubiera puesto el mismísimo Elon Musk en uno de sus cohetes y al mismo tiempo han pensado: “Coño, si tenemos todo para hacer turnos, ¿por qué no los hacemos? Ganaríamos el doble”.
¿Qué pasa fuera de nuestras fronteras?
No es fácil encontrar información de este tipo, pero hasta donde he podido llegar es que tanto en Europa, como en Sudamérica, como en Asia, los turnos existen, aunque realmente no son populares. Es decir, será poco probable que si viajas te digan que tienes que comer a turnos.
Donde sí parece que los tienen más estructurados es en Estados Unidos, donde el concepto de turno o mejor dicho, el tiempo de uso de mesa, sí forma parte de la hostelería americana, principalmente en ciudades grandes o locales de moda.
Sobre este tipo de cosas creo que muchos ya sabéis mi opinión sobre EE.UU., un país del que podemos y debemos aprender muchas cosas, pero que no debe ser un referente para nosotros en temas sociales. Y creo que pocas cosas hay más “sociales” que un restaurante o un bar.
En resumen, aunque los turnos existen en otros países, la reciente obsesión española parece estar más relacionada con la adaptación pospandemia y la búsqueda de rentabilidad. Que no nos vendan la moto de que en Europa también se hace, además en Europa se comen un sándwich de m**** a la hora de la comida y esa no es nuestra tradición y entiendo que tampoco nuestro objetivo.
Los daños colaterales
Los empleados: Si al comensal le someten al estrés de comer a toda velocidad para que no se encabrone el siguiente turno, ¿qué sucede con los empleados? En España siempre se ha dicho la frase de que en todos los trabajos se fuma, es decir, que siempre hay un momento para hacer una pequeña pausa y descansar. Entiendo que desde el punto de vista del empresario se piense que el trabajador está para trabajar y para descansar que se vaya a casa, pero… si no puedo dejar de correr durante 3 horas porque el comedor está sobredimensionado con respecto a los empleados, y además tengo que soportar los enfados de la gente… ¿No estaría mejor de cajero en Mercadona?
Si el anterior párrafo lo he escrito con los camareros en la cabeza, ¿qué va a pasar con los cocineros? Según entiendo, sufren un estrés mayor (siempre sucede a los que producen) y además en unas condiciones peores: calor, peligrosidad, espacio reducido, ruido, etc.
¿No va a aumentar el número de “bajaciones” entre el personal? ¿No van a solicitar unos salarios más altos? No es lo mismo trabajar 8 horas en modo “normal” que en modo “esclavo”. ¿No es normal que el empleado se pregunte, ¿merece la pena estar ahí?
Los jóvenes: Uno de los problemas de la hostelería es que cuando yo me muera debería ser “reemplazado” por un veinteañero, y aunque esto es jugar a aprendiz de brujo, veo más a estas generaciones pidiendo comida y juntándose para jugar a la Play o juegos de mesa. No los veo gastándose mucho dinero en un servicio que en general no valoran demasiado y que les comprime en sus deseos y apetencias. Iremos viendo… es posible que estemos ante las puertas de una pequeña crisis/revolución en la restauración tradicional.
Los casos vividos
- La taberna de Daniela: Ubicada en Madrid y muy famosa por su cocido madrileño, no ofrece solo dos turnos, ofrece tres, empezando el primero a la una, con la gente haciendo cola en la puerta, más como si se tratara de un comedor social para pobres que para salir a disfrutar de uno de los platos más completos e icónicos de la gastronomía patria. Ya puede imaginar el lector que nada más sentarte, ya tienes el perolo encima de la mesa, es como si el camarero fuera un mago: ¡abracadabra y cocido al instante!”… y así de rápido van a llegar todos los platos para poder completar todo el menú, postre incluido, en hora y veinte minutos.
- El taxi de Bardero: Centro de Madrid, tras un malentendido con un restaurante, no teníamos mesa así que tras pensar llamamos a uno de mis restaurantes favoritos: Bardero. Nos dicen que tienen una mesa a las 13.30 y tras explicarles que era materialmente imposible que llegáramos en 5 minutos nos dijeron que nos guardaban la mesa, pero que a las tres teníamos que irnos. Cogimos un taxi (15€) con el objetivo de comer tranquilos (que es lo que me gusta) y a pesar de las prisas, tres mesas nunca se completaron en un local que tendrá unas 10/12 mesas. A las tres quince, tras pagar la cuenta y abandonar el local, aún había dos mesas por completarse del segundo turno…. Incomprensible, tanto correr “pá ná”.
- La espera estúpida de La cocina de frente: Quedamos a comer con unos amigos, dos turnos, 13.30 y 15.30 y como nuestra amiga salía de currar a las 14.00 + desplazamiento, pues las 13.30 ya no cuadra. Quedamos en un bar donde a pesar de tener hambre no quieres pedir nada por qué lo que quieres es comer en el restaurante. Decidimos llegar quince minutos antes e inmediatamente nos acomodaron, ya que esa mesa ¡nunca se ocupó! Nosotros molestos por tener que esperar, los camareros esperándonos por ser los últimos en abandonar el local, ¿Quién gana ahí?
- En Casa Hortensia: Cita por los mismos motivos anteriores a las 15.30, hora real de sentarnos en la mesa, las 15.45, hora que nos toman el pedido, 16.30, ya que hay un grupo de 30 personas y “no dan más de sí”. Hora de terminar la comida, más allá de las seis. Si no tienes capacidad de atender a grupos de 30 personas, ¿por qué los reservas?, quizás la cocina no te da para estar al 100% dos turnos ofreciendo el servicio que corresponde y por el que cobras.
Aunque no lo he sufrido en carne propia, sí que lo he visto a mi lado. Por ejemplo, con el café te traen ya la cuenta para que pagues, es como si dijeran: ‘Gracias por venir, pero no te acomodes demasiado, que aquí no hay sobremesa.’ ¡Qué atención al cliente!.
También el caso en que has acabado de comer, aunque todavía por ejemplo tienes algo de vino en la botella o no te has tomado el café, y te invitan a que te levantes y te lo tomes en la barra si así lo deseas…. No sé qué harán estas personas, pero desde luego para mí, un restaurante que me trata así, es un sitio para no volver.
Conclusión
Parafraseando a Felipe González, mi opinión es muy clara: “turnos, de entrada, no”. Yo, por mi parte, salir a comer con mi mujer con turno, ya os puedo asegurar que preferiremos quedarnos en casa y preparar cualquier cosa. Las sartenes y las cacerolas no nos dan ningún tipo de alergia, y muchas veces salimos a comer por el hecho de salir, porque en casa solemos comer y beber, mejor que fuera.
Aceptaremos los turnos cuando no nos quede más remedio y por el motivo de socializar con amigos, pero desde luego buscaremos activamente restaurantes que nos permitan (dentro de unos límites) gestionar nuestro tiempo, y eso NO significa estar tomando copas en el restaurante hasta la hora de la cena.
Aunque este tipo de situaciones no son tan habituales en Alicante como en Madrid, no es menos cierto que Madrid marca una tendencia que los demás tienden a imitar, así que más pronto que tarde, nos enfrentaremos a ella. Desde esta humilde tribuna te invito a que si no te gustan los turnos y te los imponen, cuando llames para reservar lo indiques claramente y rechaces la propuesta. Pocas cosas hay que no tengan ninguna ventaja para el cliente y solo inconvenientes.
Y tú, cuando llamas y te ofrecen un turno, ¿lo aceptas con resignación?. ¿Buscas otro restaurante?
Completamente de acuerdo. Turnos no, gracias.
Mira este fin de semana he tenido un caso. Mena en Denia, me ofrecía segundo turno, dije que no y al final conseguimos mesa en Casa Canto, donde hemos comido estupendamente, bien de precio y a la hora que nos convenía a nosotros.