Dejar de ver la televisión y alejarme de los medios tradicionales españoles, me ha permitido construir mi propio menú informativo, que incluye una buena cantidad de podcasts.
Uno de mis favoritos es el de Le Monde (lemonde.fr), donde suelen tratar temas distintos, alejados de la política nacional. A menudo abordan cuestiones sociales desde una perspectiva muy francesa, lo que me resulta enriquecedor.
Recientemente, apareció un episodio titulado “Reclassement”. No tenía idea de qué trataba, así que decidí escucharlo. Después de oírlo, leí un poco más sobre el tema y reflexioné. Aquí comparto algunas de esas reflexiones.
¿Qué es el ascensor social?
Imagina un ascensor: un aparato que debería llevarte de un piso bajo a uno más alto con solo apretar un botón. En términos sociales, el ascensor social representa las oportunidades que permiten a las personas mejorar su situación económica y social mediante esfuerzo y circunstancias favorables.
Pero, ¿qué pasa cuando ese ascensor está averiado o nunca llega al último piso?
La promesa que nos hacían nuestros padres —“Si estudias, te esfuerzas y te preparas, conseguirás un buen trabajo, ganarás dinero y vivirás bien”— está íntimamente ligada al concepto de contrato social, un pacto implícito que ha sostenido nuestra sociedad durante siglos. Hoy, sin embargo, muchas personas, especialmente los jóvenes, sienten que ese contrato está roto o que las reglas del juego han cambiado.
El contrato social: la promesa detrás del ascensor social
El contrato social es una idea antigua, formulada por pensadores como Jean-Jacques Rousseau. En esencia, se trata de un acuerdo entre los ciudadanos y el Estado: renunciamos a ciertas libertades a cambio de derechos, protección y un sistema que funcione para todos.
Con el tiempo, este concepto evolucionó, incorporando la movilidad social: la idea de que, si te esfuerzas, sigues las normas y aprovechas las oportunidades, podrás progresar y mejorar tu calidad de vida. Este pacto implícito ha sido el motor de confianza en el sistema.
Pero hoy surgen preguntas que no tienen una fácil respuesta:
- ¿Están las oportunidades distribuidas de forma justa?
- ¿Es el esfuerzo suficiente para garantizar resultados?
- ¿El sistema elimina las barreras estructurales que impiden a todos acceder al ascensor?
Si el ascensor no existe o no funciona, ¿por qué seguir respetando un contrato en el que una de las partes no cumple?. Esto nos lleva a una sociedad cada vez más individualista, donde los jóvenes cuestionan la obligación de mantener la “solidaridad social” —pensiones, sanidad, etc.— cuando sienten que, al llegar su turno, no habrá nada para ellos.
El caso francés: un ascensor averiado
En el episodio que escuché, la conclusión era alarmante. Según los datos presentados, si dividimos la sociedad francesa en cuatro grandes clases —alta, media, trabajadora y baja—, el ascensor social está claramente estropeado. La movilidad entre estas capas es mínima, y las excepciones solo confirman la regla.
Aún más preocupante fue el análisis al segmentar estas clases en subgrupos más pequeños. En lugar de observar una mejora o movilidad entre niveles, la tendencia es a la estabilización o incluso a pequeños descensos dentro del propio segmento social.
Desde mi perspectiva, lo más inquietante es que nadie parece interesado en arreglar el ascensor. Al contrario, la tendencia apunta a vivir en un edificio de solo dos plantas, achatando a la sociedad, pero no hacia arriba, sino tirando de ella hacia abajo, es decir, reduciendo ese número de sub capas y haciendo la sociedad “más igual”.
Este fenómeno se refleja en discursos políticos y realidades económicas: desde declaraciones como la de una vicepresidenta que considera clase media a quienes ganan 30.000 € al año, hasta el dato de que una parte importante de los franceses vive con el salario mínimo. Pero esta reflexión daría para otro artículo, si algún día me animo.
Preguntas para la reflexión
Te dejo algunas preguntas y una encuesta para que compartas tus pensamientos. En un futuro, publicaré los resultados aquí mismo:
- ¿Funciona el ascensor social?
- ¿Es necesario un ascensor?
- ¿Sigue vigente el contrato social?
- ¿Tiene valor el esfuerzo personal y la meritocracia?
¡Me encantaría conocer tu opinión!