Si de las cosas que hablo en general no tengo mucho conocimiento, hay que decir que del mundo de la música, de conciertos y festivales, mucho menos que del resto, ya que tuve el estigma de no nacer con oído, sino simplemente con un par de orejas.
Estaba yo desayunando tranquilamente en un bar en la mañana siguiente de haber sido elegido el grupo musical que nos representaría en Eurovisión y simplemente sin sonido, viendo las imágenes, ya pensé que íbamos a hacer de nuevo el ridículo. No es que yo siga este evento, pero mi memoria me lleva a Remedios Amaya dando gritos descalza por el escenario, al chiquilicuatre o los que acaban de representarnos, todos han recorrido el camino directo al ridículo absoluto.
Yo creo francamente que el problema es una definición de los objetivos, así que si nos planteamos un objetivo y damos los pasos para no lograrlo, al final lo que surge. Si lo que nos planteamos es llevar la letra más polémica, la coreografía más irreverente o simplemente queremos ser los últimos, hay que elegir las personas adecuadas para esa tarea e informar a la población de que nuestro objetivo no es ganar, sino que nuestro objetivo es X.
Si lo que se quiere es ganar hay que desterrar a los que llevan eligiendo las canciones en los últimos años, pero qué se puede esperar cuando eso lo hace la televisión pública dirigida y controlada por nuestros queridos políticos.
Puedes echar un vistazo a este artículo donde está la clasificación histórica de España: Clasificación de España en Eurovisión desde su debut