Lo primero es disculparme ante el lector que me sigue por haber tenido esta página abandonada. Nunca ha sido mi intención tener una periodicidad de publicación, pero sí es cierto que ha pasado mucho tiempo debido a una enfermedad.
El sábado comía con un grupo de amigos y al final salió la política y curiosamente no salió el proselitismo para intentar cada uno vender al partido de sus ideas, sino que salió el hartazgo de todos nosotros. Os juro que fue así y no es una interpretación sesgada por mis pensamientos.
En esa conversación se comentó las opciones que tiene el ciudadano para protestar, que verdaderamente son casi nulas:
- Abstención. Ni suma ni resta, pero ahí te metes con ancianos que no pueden ir a votar, parias, cabreados, gente de viaje o que se le pasó el plazo, etc, es decir, tu voto queda como voto cabreado, pero muy difuminado.
- Blanco y nulo, si cuentan, pero en el fondo, aunque haya alguna diferencia, viene a decir, no me gusta nada de lo que hay.
La conversación acabó sin conclusión alguna y el domingo cada una votaría lo que su conciencia dictara.
La participación este año ha sido del 49.2 y ya con eso podríamos decir que hay un número de cabreados importante. Si en 2019 fue del 60.73, significa redondeando el 11.5%, eso nos pondría a los cabreados como tercera fuerza, sin sumar los del tal Alvise, que al final es un voto de descontento y de cabreo.
En resumen, cada vez somos más los cabreados con los políticos y su partidos, pero sin organización difícil llegar a ningún sitio, pero sobre todo hay aún poco cabreado (lo que deja flipado), para pretender que algo cambie. Así de triste es el panorama.
PD. ¿Por qué es tan difícil encontrar el porcentaje de votos en blanco y votos nulo en los medios?. Yo no he sido capaz de encontrarlo.