En nuestro viaje a El Celler de Can Roca (Gerona, verano 2024), retomamos la idea, hasta ahora siempre aplazada, de visitar el restaurante Bagá en Jaén. Al ser un sitio tan pequeño, con capacidad para solo 10 comensales, conseguimos únicamente una mesa de seis para el puente de diciembre. Así que decidimos poner rumbo a esa tierra.
Para desenvolverte mejor
Una frase que escuchamos con frecuencia durante nuestra breve estancia fue: “Aquí, en cualquier sitio se come bien”. Y doy fe de que NO es así. Los dos sitios que probamos sin referencias no pasaron de regulares, aunque los precios fueron razonables. En cualquier caso, fue una oportunidad perdida para comer bien.
Por otro lado, los desayunos nos encantaron. Siempre los hicimos en bares donde sirven tostadas grandes, esponjosas y crujientes, como si fueran pan de cristal, pero con más miga. Esta miga es ideal para absorber el maravilloso aceite que tienen en todos los locales, acompañado de tomate rallado natural (de verdad, no ese horror de bote).
En los sitios más populares no reservan mesa y es habitual hacer cola. Un método curioso fue el del restaurante Panaceite: te apuntan en una pizarra con tu nombre y número de comensales. Si estás presente cuando te llaman, te sientas; si no, vuelves a la cola o buscas otro lugar. Una solución muy poco tecnológica pero sorprendentemente eficiente.
Donde dormir
La primera noche la pasamos en Úbeda, en el hotel Juancaballo, cerca del centro y con un precio estupendo. La amabilidad de Ana hizo que la experiencia fuera aún mejor.
En Jaén nos alojamos en el hotel Condestable, un cuatro estrellas venido a menos: mucha “boisserie” decorativa pero sin enchufes suficientes (y necesito uno cercano para mi CPAP), una televisión diminuta y una mampara de baño inútil, por ser más pequeña que el tanga de una stripper. Sin embargo, por su proximidad al centro (10 minutos andando hasta la Catedral) y su precio, es una opción aceptable si visitas la ciudad.
Qué visitar
En Úbeda hicimos un free tour por su monumental casco histórico. Aunque sus edificios impresionan, las calles estaban bastante tranquilas para ser Andalucía en Navidad. Durante el recorrido, visitamos lugares emblemáticos como la Plaza Vázquez de Molina, considerada uno de los conjuntos renacentistas más destacados de Europa y corazón monumental de la ciudad. Pasear por Úbeda es como viajar en el tiempo, rodeado de palacios, casas señoriales y talleres artesanales que mantienen vivas tradiciones centenarias. Sin duda, es una experiencia que combina historia, arte y una tranquilidad inesperada para estas fechas festivas.
En Baeza paseamos por nuestra cuenta; aunque no es tan bonita como Úbeda, tiene un ambiente más festivo y popular. Si volviera, me alojaría en Baeza y visitaría Úbeda, justo al revés de lo que hicimos esta vez, al final soy persona de bares y ruido.
Jaén mostraba su carácter como capital provincial: calles llenas de gente, mercadillos y luces navideñas recién inauguradas. Aunque animado, no alcanza el nivel festivo de las zambombas de Jerez (¡eso sí es fiesta!).
El primer día exploramos las callejuelas alrededor de la Catedral, llenas de bares pequeños. Es un centro compacto, pero con cuestas inesperadas (¡ojo con eso!). Al día siguiente hicimos un tour guiado que incluía entradas a la Catedral (impresionante), un refugio antiaéreo y los baños árabes del Palacio Villalpando. La Catedral destaca por su inmensidad y su estilo monumental que recuerda más a un monumento imperial napoleónico que a una catedral española. Una visita obligada, te has gastado una pasta en ir a Jaén, así que no te lo pienses y paga la entrada, no te vas a arrepentir.
Dónde comimos
La primera noche en Úbeda fue un desastre gastronómico; mejor ni mencionarlo… digamos que esa famosa frase de “aquí se come bien en todos los sitios” claramente no aplica al lugar donde terminamos, en el mejor de los casos podemos decir “aquí se come bien en todos los sitios menos en uno” y ¡fuimos capaces de encontrarlo!.
A mediodía comimos en Baeza, en el restaurante “Canela en Rama” que figura en la Guía Michelin. Los platos son originales y pensados para compartir; comimos bien por un precio razonable. Sin embargo, el local es pequeño y poco cómodo; me pregunto si los inspectores de la guía Michelin no pedirían la comida para llevar.
Por la noche cenamos Jaén, en el restaurante Panaceite, tras superar el reto de la cola, ya os puedo decir que no fue fácil, un sitio pequeño y sentarse seis personas… pero mereció la pena. Todo estaba delicioso; el jamón cortado al momento fue espectacular y los flamenquines los mejores del viaje. Me dejó alucinado el ver que tenían permanentemente a una persona cortando jamón, dada la altísima demanda de este producto. Lugar muy recomendable
Al día siguiente comimos en Bagá. De regreso a Alicante paramos en Yecla para visitar la bodega Barahonda y su restaurante homónimo; otra experiencia maravillosa.
En resumen
Un estupendo fin de semana largo que combinó grandes experiencias gastronómicas y culturales, aunque con algún que otro detalle mejorable. Sin embargo, las visitas a Úbeda, Baeza y Jaén nos dejaron un buen sabor de boca, cada una con su personalidad: la monumentalidad tranquila de Úbeda, el ambiente festivo de Baeza y la energía vibrante de Jaén en plena Navidad.
En lo gastronómico, destacaron sitios como Canela en Rama, Panyaceite y, por supuesto, el inolvidable Bagá, donde la alta cocina nos dejó boquiabiertos. Además, los desayunos con tostadas crujientes y aceite de oliva, fueron una delicia diaria que no olvidaremos. En definitiva, un viaje que demuestra que Jaén tiene mucho más que ofrecer que su famoso aceite: historia, cultura y una gastronomía que merece ser explorada con calma… ¡y con reservas previas!