Nuestra valoración
No siempre vamos en busca de la cocina más tradicional de Logroño. A veces apetece algo más moderno, pero sin renunciar al producto y al sabor riojano. Con esa idea en mente, y tras la recomendación de unos amigos, nos dirigimos a Sabores por su menú degustación. Estaba cerrado por descanso… así que tocó tirar de plan B: La Cocina de Ramón. Planazo inesperado, porque justo ese día volvían de vacaciones.
Lo que comimos
🍴 El arranque fue de matrícula: puerros con salsa estilo ajoblanco, tan delicados y sabrosos que casi pido repetición. Plato obligatorio.
🍴 El plato de cuchara del día fueron pochas: buena ración, buen sabor… pero sin “tropezones” ni ese punto divertido que a veces aporta un extra.
🍴 En los principales, mi bacalao a la riojana venía con un lomo generoso y buena calidad, aunque algo eclipsado por la intensidad del tomate.
🍴 Ana, que tiene un radar (casi) infalible, acertó con un tataki de atún con verduras salteadas perfectamente en su punto.
🍰 Para el final, la carta presumía de “la mejor tarta de queso”. Y aunque no puedo certificar que sea la número uno de España, sí que ya forma parte del selecto club de mis tartas favoritas: cremosa, equilibrada y simplemente espectacular.
🍷 Una botella de Tobelos blanco que, tras enamorarme su versión tinta, me dejó algo frío en comparación, no fue una buena elección.
Lo que pagamos
💶 No hay foto del ticket (se me pasó), pero la cuenta se movió en torno a 60 € por persona con vino y unos 45 € sin bebidas. No es barato, pero tampoco desorbitado para un restaurante con un Sol Repsol y un entorno cuidado.
Lo que pensamos
🗨 Aquí los imprescindibles son claros: puerros + tarta de queso. Si aciertas el resto de la carta como Ana, saldrás encantado; si no, al menos saldrás bien comido.
🗨 La carta de vinos es cuidada, pero corta, y sus precios, tristemente, están por encima de la media en la zona.
🗨 En conjunto, La Cocina de Ramón ofrece una cocina moderna con guiños a la tradición y un trato cercano. Hubo altibajos —como la ausencia de la famosa menestra—, pero Ramón en persona nos dio la mejor excusa para volver: era su primer día tras vacaciones y no les dio tiempo a prepararla. Gestos así, enamoran.