Nuestra valoración
Santa Pola tiene mar, puerto y una oferta de restaurantes que se parecen demasiado unos a otros. Pero Oceánico decidió tomar otro rumbo. Aquí, uno cruza la puerta —una gran “O” que parece prometer algo distinto— y se encuentra con un pequeño oasis: luz natural, calma, un servicio que te deja disfrutar sin prisas y una creatividad sin estridencias.
Lo que comimos
🍴 Todo comenzó con unas almendras y aceitunas de cortesía, el aperitivo ideal para pensar con calma qué rumbo tomar.
🍴 El viaje arranca con la ensaladilla de gamba al ajillo, un plato que mantiene el alma mediterránea, pero se atreve a salirse del molde. Esa combinación de sabor intenso y textura suave ya anuncia que aquí no se vienen a repetir fórmulas.
🍴 Después, llegó la carbonara de sepia, y con ella, la primera sonrisa. En lugar de pasta, las tiras de sepia toman el protagonismo, abrazando los ingredientes de una carbonara clásica. Quizá el guanciale podría dorarse un poco más, pero la idea es tan ingeniosa que uno se olvida del detalle. Es, literalmente, una carbonara con acento marino.
🍴 Seguimos el viaje con un ceviche de corvina que marca el punto más atrevido del menú. Fresco y con un picante que no se anda con rodeos. Si eres de los que disfrutan las emociones fuertes, aquí tienes una escala perfecta; si prefieres los sabores suaves, mejor avisa antes.
🍴 Como plato principal, un chuletón para compartir entre cuatro. Aunque suelo decantarme más por el pescado, reconozco que el punto de cocción fue impecable y el sabor, de esos que te hacen dudar de tus preferencias.
🍴 Para cerrar, tarta de manzana y torrija. La primera, fina y equilibrada; la segunda, una auténtica campeona: alta, jugosa y tan fotogénica como deliciosa. No importa cuántas hayas probado, esta merece un hueco en tu Instagram en tu estomago.
🍷 La carta de vinos se mueve entre clásicos y opciones medias-altas bien escogidas. Nosotros optamos por un Marqués de Riscal XR, un tinto elegante que acompañó con equilibrio todo el menú, sin imponerse a los sabores de los distintos platos.
🗨 Los precios de los vinos son razonables para su categoría, y se agradece que haya buenas opciones por copas para quienes prefieren probar sin comprometerse con una botella.
Lo que pagamos
💶 El festín salió por 57 euros por persona, incluyendo todo lo líquido y sólido. Si decides mantener la sobriedad y dejar el vino para otro día, la experiencia se queda en unos 35 euros por cabeza, un precio bastante razonable para la originalidad de la carta y el entorno frente al mar.
Lo que pensamos
🗨 Oceánico es un soplo de aire fresco en una costa donde abundan los menús previsibles. Su propuesta combina creatividad y respeto por el producto sin caer en la extravagancia.
🗨 La carta es amplia, acaso demasiado si eres indeciso, pero te permite descubrir opciones poco vistas sin caer en lo exótico forzado. El pescado fresco es el protagonista y los mariscos no se quedan atrás, pero hay sitio para quien prefiera otras alternativas.
🗨 El ambiente suma puntos: un comedor íntimo, bien insonorizado, donde se puede conversar sin levantar la voz, incluso con el local lleno. En estos tiempos de ruido y prisas, eso ya es un lujo. También puedes optar por una terraza espectacular bien acondicionada.
🗨 El servicio es rápido y atento, sin rigidez. Todo llega en su punto y con una sonrisa. Quizá el gran reto sea mantener ese nivel cuando el puerto se llena de veraneantes, pero lo vivido invita a confiar.
🗨 En definitiva, Oceánico se atreve a navegar contracorriente, y lo hace con estilo. Si buscas un restaurante diferente en Santa Pola, donde comer bien, relajarte y salir con ganas de volver, este es tu puerto de destino.
Las fotos
El video
Recuerda que este video se ha generado automáticamente con IA a partir del texto de este artículo. Puede contener errores.
El Podcast
Recuerda que este podcast se ha generado automáticamente con IA a partir del texto de este artículo. Puede contener errores.